Ir al colegio en Chile y luego estudiar en Alemania: lo que parece emocionante y atractivo para muchos de nuestros estudiantes también causa dudas y miedos: ¿Puedo permitirme estudiar en el extranjero? ¿Cómo encuentro la universidad adecuada? ¿Y cómo es la vida allá fuera de la universidad?
Lo mejor que puede hacer es preguntarle a la gente que ya lo sabe. Poco antes de las merecidas vacaciones de invierno, un gran momento esperaba a los alumnos de III y IV medio de nuestro colegio: en un evento online de dos horas, que se realizó el jueves 8 de julio, más de 20 ex-alumnos del Colegio Alemán de Santiago les contaron cómo es para ellos personalmente vivir, estudiar y también trabajar en Alemania.
Cada uno de los exalumnos, que egresaron entre 2011 y 2019 de nuestro colegio, mostró una breve presentación que se transmitió directamente a los Chromebooks de nuestros alumnos en el aula o en casa. Valiosa y extensa información de primera mano entregaron una diversidad de expositores. Con mucha dedicación nuestros antiguos alumnos se habían preparado y ofrecieron sus puntos de vista sobre los desafíos de su vida académica, profesional y personal.
Con carreras tan variadas como estudiar teatro en la Schauspielschule de Hamburgo, un Traineeship de periodismo en la Deutsche Welle o un Bachelor en medicina molecular en la Universidad de Tübingen, pronto quedó claro: la oferta académica en Alemania es bastante diversa y ofrece algo a todos los interesados («depende de las cosas que tú les des valor»). Para obtener una primera visión de conjunto, los chilenos en Alemania recomendaron los sitios web Hochschulstart y Hochschulkompass. Para preguntas específicas, también se puede escribir directamente a las universidades.
Como explicaron en algunas presentaciones, en Alemania existen los estudios básicos de Bachelor (3-4 años) y los posteriores de Master (2-3 años), que permiten la especialización en un área específica. Funcionan según un sistema de créditos a escala europea, que permite a los estudiantes obtener un título comparable en diferentes países. La posibilidad de viajar por Europa fue mencionada por muchos exalumnos como una motivación especial para dar el paso a Alemania («tengo amigos en varios países»).
Enseguida dieron un consejo también sobre cómo hacerlo sin comprometer el desarrollo académico: como estudiante registrado en Alemania, puedes estudiar uno o dos semestres en otro país de la Unión Europea con el programa de intercambio Erasmus. Esto incluye una beca, porque estudiar no es tan barato en todas partes como en Alemania. Allá, las universidades públicas no suelen cobrar cuota de matrícula: sólo hay una cuota semestral, que generalmente está entre 150 y 250 Euros («con eso no se paga un mes de estudios en Chile»). En cambio, en las universidades privadas las cosas pueden verse completamente diferentes.
Lo caro que es su vida en general fue calculado por muchos expositores con ejemplos prácticos, como el precio medio del famoso Döner kebab o los contratos actuales de telefonía móvil («todos los planes son peores que en Chile»). También se mencionó el seguro médico obligatorio. La mayoría de los exalumnos gasta entre 600 y algo más de 1.000 Euros al mes. Aseguraron que esto también depende de la frecuencia con que se recurra a los almuerzos baratos en la Unimensa o a las reputadas Tiefkühlpizzen (pizzas congeladas) alemanas.
Una oferta de la universidad que muchos de nuestros exalumnos más aprovechan son las llamadas Studentenwohnheime, residencias de estudiantes («yo lo considero un lujo»). Se trata de edificios administrados por la universidad cerca o dentro del campus con apartamentos para uno o varios estudiantes. Al estar subvencionados con fondos públicos, los residentes pagan precios significativamente más bajos que en el mercado normal de la vivienda. La demanda es correspondientemente alta («¡hay que ser rápido!»), aunque las habitaciones suelen ser un poco más pequeñas, como se podía ver en las numerosas fotos de las presentaciones.
Algunos de nuestros exalumnos han tenido su primera experiencia de WG en esas residencias («es muy entretenido porque hay gente de diferentes nacionalidades»), otros viven solos ahí. Los típicos WG alemanes (pisos compartidos para varias personas) se encuentran en todas las ciudades universitarias alemanas, pero también en apartamentos normales. Como el arriendo es más alto ahí, en Alemania existe la llamada Bundesausbildungsförderungsgesetz, o Bafög para abreviar. Garantiza que muchos estudiantes, según su situación económica, reciban una ayuda mensual de hasta 861 euros («el Bafög es bien choro»). En esta página se explica cómo postular.
Rellenar formularios y enviar solicitudes forma parte del pan de cada día de un estudiante en Alemania («lo peor de Alemania es la burocracia»), y esto ya se aplica a la inscripción en la universidad. Para los estudiantes que han aprobado el Abitur, se omite parte de esta burocracia («no tuve que validar ningún papel»), pero también los graduados con la PTU rendida pueden matricularse en las universidades alemanas sin problemas. Nuestro Sprachdiplom también es una ventaja, por supuesto, pero no es un requisito obligatorio para afianzarse en Alemania («es totalmente posible refrescar tu alemán acá»).
Cuando se acude a las autoridades por primera vez, algunos exalumnos siempre recomiendan ir acompañados de una persona que hable alemán («vale oro»). En general, no es necesariamente fácil conocer a los alemanes al principio, pero una vez que se ha tomado la iniciativa y se ha hecho una amistad, siempre se puede confiar en ellos («no hay que esperar que ellos te hablen, porque si haces eso, capaz que no te hablen nunca»). Un buen lugar para conocerse son, además de Unimensa, también las bibliotecas bien equipadas, en las que hay muchos puestos de trabajo individuales (“a mi me cuesta concentrarme en la casa”).
Y aunque algunos pueden ver con buenos ojos la burocracia alemana («los alemanes son perfectos para tener todo en una caja»), el mal tiempo puede ser el verdadero choque cultural para otros («el clima acá es bien penca»). Pero aunque el sol brille menos en Alemania que en Santiago, todos los expositores coincidieron: «la experiencia de irse a otro país siempre es buena».
Muchos exalumnos también aconsejaron a los representantes más jóvenes de nuestra comunidad chileno-alemana que se tomen su tiempo a la hora de elegir una carrera («no hay apuro») y que prueben una carrera que quizás no terminen («nunca es tiempo perdido»). Después de las presentaciones, también estuvieron disponibles para responder a las importantes preguntas sin respuesta de los estudiantes («¿cómo es la vida nocturna allá?»). Algunos incluso dejaron sus contactos privados para seguir estando disponibles como valiosos contactos.
Pero al final de este exitoso evento, el consejo más importante fue en realidad simplemente: «¡Háganlo!» (aunque no es malo “siempre mantener el contacto con Chile”).
Nos contaron de su vida en Alemania:
Paula Ulloa Krarup, Vicente Rojas Leibbrandt, Mathias Müschen, Barbara Cooper Clarke, Benjamin Alvarez Gruber, Anna Heyers, Renata Meza Poblete, Lukas Urresti, Fabiola Garcia Tobar, Aarón Refisch, Melanie Jacobsen, Marian Lingsch Rosenfeld, Klaus Reinarz, Nina Ricciulli, José Tomás Vigneaux, Keanu König, Alberto Busch, Catherine Claussen, Fernando Zúñiga, Bastian Goldner, Sebastian Hantel Parada, Belén Durán Kaddatz